De los calores del Terral y como combatirlo

Cuando ya han pasado un par de semanitas desde que un Terral con apellido cervantino asolara la ciudad calentando y quemando a más de uno de los que nos gusta la música (lease por aquí y aquí) me pongo, por fin, manos a la obra para contar un poco lo que se nos viene encima este verano (por lo menos hasta que la Feria presente sus 'ofertas de Verano').

Los hechos son los siguientes:

Salió el cartel del Terral, con unos artistas aceptables, repetidores en Málaga más de uno, con los nombres mayúsculos de Diana Krall (por eso de ser la cantante jazzera de moda) y Lou Reed (por eso de ser clásico de referencia y por habérsele ocurrido este año girar como 'opera-rock' su disco Berlin que fue vapuleado por la crítica cuando apareció).

Hasta ahí todo bien.

El problema vino cuando se presentaron los precios y se comprobó que para ver a los dichos Diana Krall y Lou Reed habría que gastarse 60 € por un mísero "paraíso" o unos 100 € por verlo de algo más cerca (160€ para esa entradas especiales de balcón 'ay, que casi te toco').

Y con esos precios se demuestra que algo falla.

No me pueden argumentar que vale la pena pagar ese precio por ver a esos artistas a esa distancia cuando esos mismos artistas están girando por otras ciudades de España a unos precios bastante más competitivos. Copio del artículo que apareció en La Opinión los precios de los mismos artistas en otras ciudades:

La gira de Reed también pasará por Benidorm, concretamente en su plaza de toros, con capacidad para 5.000 espectadores; los precios de las localidades oscilan entre los 45 y los 65 euros. Ver y oír a Diana Krall en el Festival de Jazz de San Sebastián, en el auditorio del Kursaal (1.800 butacas), exige pagar entre 48 y 54 euros. Y hacer lo propio con James Blunt en la madrileña La Riviera (que puede acoger hasta a 2.200 aficionados) supone desembolsar el precio único de 38 euros.

Frente a estos precios desde el Cervantes aluden al escaso aforo del Teatro (1070 localidades).

Pues habed combinado señores!

El concierto de James Blunt y el de Macy Gray podrían haber encajado perfectamente en el Auditorio con una capacidad bastante mayor que el Cervantes y que seguro (por lo menos el guaperas) habrían llenado.

Aquí pasamos de un extremo a otro. De tener que ver a Michael Nyman frente a la playa que es muy bonito pero se pierde calidad de sonido a pretender meter a un cantante de fans en un teatro. Aysshh... que se les queman las neuronas!

E incluso en este Terral han perdido cosas como la exclusividad que han tenido en otras actuaciones de este año y la novedad (Lou Reed y Erykah Badu repiten en Málaga alguno a más del doble del precio que tuvieron en su última visita).

Argumentarán que los cachés de los artistas han aumentado debido a la piratería. (Ah!, la piratería, otra gran mentira, otra gran excusa). Pues este mismo año han traído a Patti Smith, que no sé si tendrá más caché o menos que Lou Reed pero a nivel musical e influyente van bastante parejos, por unos dignos 30 € en el patio de butacas.

No sé. No me van a convencer de ningún modo. Para mi la explicación es muy sencilla. Van a aprovechar que el gusanillo de los conciertos está bien implantado en la Costa del Sol y han traído figuras atractivas para los guiris con dinero que son los que siempre llenan y a los que no les importa gastarse ese dineral.

Y a los malagueños de a pie que nos den concurso!

Una pena cuando estamos hablando de un festival organizado con el apoyo del dinero del ayuntamiento, que se supone que está para trabajar para el pueblo.

Me da pena porque se quedan en el recuerdo fantasticas noches como las del año pasado con Elvis Costello, Brian Ferry en el Peñón del Cuervo, aquella maravillosa noche en el Auditorio con Mercury Rev y Belle and Sebastian.

Ahora lo único que puedo hacer es mirar con envidia el cartel del Saturday Night Fiber: Morrissey, My Bloody Valentine, Mika, Siouxsie, Babyshambles y más por sólo 60 € (más comisión), o los anteriores más Leonard Cohen en el FIB, o Bjork y Massive Attack en Almería... y rascar el bolsillo para poder ver, a lo lejos, alguna de las cositas que vienen y que contaré en la siguiente entrada.