maladjusted

El bloc de un Pop Daddy, Daddy Pop

miércoles, marzo 01, 2006

Echo y los conejitos

Me pregunta mi compañero (e incluso amigo) mingorance si no me entusiasmó el concierto de Echo & The Bunnymen ya que todavía no he subido el correspondiente post y yo me planteo (y peleo y lucho por dentro) el como poder transmitir por escrito lo que sentí en aquel concierto, como poder expresar la emoción, como reflejar la magia que de vez en cuando se siente. Porque magia había en The Killing Moon, ese abandonarse a la música que te lleva por sentimientos y sensaciones antiguos y presentes, magia en esas guitarras de otro mundo con quejidos, luz y plata surgiendo de las cuerdas. Y rock hay en esa voz, cascada de excesos pero aún luchando y chuleando.

Desde el principio se veía que iba a ser un concierto especial.
Primero ibamos a patio de butacas, para variar. La ocasión así lo valía.
Segundo, nada más acercarnos al Cervantes, se notaba que el ambiente iba a ser propicio. Gente, mucha gente, más de la que he visto en cualquiera de estos conciertos indies a los que suelo ir. Camisetas apropiadas: Bowie, Lou Reed, Bauhaus, Joy Division. Modelos sacados del baúl de los recuerdos y vestidos para la ocasión. Niñas de negro, ojos pintados y pieles pálidas, pelos cardados, algún heavy descarriado, guiris de todas edades, periodistas musicales, los concierteros habituales y muchos más, e incluso alguna gente venida de fuera de Málaga.

En la selección previa musical se notaba el buen gusto: entre el indie de rabiosa actualidad y clásicos de toda la vida, siempre desde el lado salvaje.

Y cuando se apagaron las luces y aparecieron ellos comenzó la emoción. Nada más salir fueron demostrando actitud. Para empezar el Ian McCulloch salió fumando (oh pecador), con gafas de sol y sin ni un good evening, ni hello, ni nada que se pareciera. No andaba tan mal de voz como pensaba, parece que cuando canta resucita el Ian que hace tiempo conocimos.
El concierto, como mandan los canones de lo siniestro, fue en contraluz, con marejadas de humo que lanzaban desde el escenario que conseguían que las sombras bailaran por el cervantes, que sus figuras se mostraran fantasmagóricas y misteriosas. La avalancha sonora se fundía en nuestros oídos con ese contraluz incrementando el efecto romántico de la música. Una cosa que se demostraba es que Echo & The Bunnymen son una banda de Rock, rock psicodélico, pero rock. No sé como sonarían en directo cuando estaban Pete de Freitas y Les Pattinson, pero ahora, con 3 músicos de apoyo, suenan rock sin fisuras. Bases sólidas sobre las que pueden apoyarse las filigranas de Will Sergeant o la voz, entre susurrante y desesperada, entre sepulcral y encantada de Ian McCulloch.

Como en la mayoría de los conciertos en el Cervantes cada uno estábamos sentados en nuestro sitio pendientes de las evoluciones en el escenario, pero sobre la 3ª canción el Ian preguntó (en ese Scouse que sólo ellos entendían) que qué pasaba, que por qué no nos levantábamos. Y así empezó el concierto de verdad. Y pude desquitarme y dequiciarme y saltar y cantar las canciones a pleno grito y me emocioné sintiendo canciones que conocía de tantos y tantos años. Cuando vi que Will Sergeant cambiaba la guitarra por otra con un poco de forma de bandurria directamente imaginé que venía The Killing Moon... Que momento, que emoción, no puedo ni contarlo. Sólo que por ese momento ni pensé, ni miré, sólo me dejé llevar y viajé con esa música de luna asesina. También The Cutter o The Back of Love... que momentos

Entre canción y canción también sacaron sus homenajes de toda la vida: a los Doors (Roadhouse Blues), a Lou Reed (Walk on the wild side), a T. Rex y alguno más que seguro que se me pasó.

Y así pasó el concierto, emocionante y yo emocionado, unos bises y finalmente acabaron con Ocean Rain. Muy chulo. De lo mejor en rock que he visto en Málaga, sino el mejor. Al final conseguí la hoja de canciones del escenario. Un recuerdo especial :-)


Y una vez terminado todo tuvimos otra muestra de que lo que mejor llevan no es el trato con el público. Algunos, unas quince personas, nos acercamos a la salida de artistas para despedirnos, darles las gracias, pedirles un autógrafo o cotillear, que para todo hay gustos. Normalmente los músicos suelen demorarse entre unos 15 minutos o una hora (bueno, creo que nunca he esperado tanto). En este caso estos se hacían de rogar... y pasando el tiempo incluso bajaron algunos de los músicos de apoyo, pero no ellos, los originales que quedan. Y la cosa es que miraban desde la ventana donde estarían tomándose algo, pero nada. Un detalle feo, la verdad... qué les costará...? Estando así la cosa bajó una chica de organización y nos comentó que no podían bajar todavía, pero que le diéramos lo que tuvieramos y que ellos nos firmarían algún autógrafo. Aclaró que sólo firmarían el cantante y el guitarrista... natural... ellos son lo que quedan de Echo & The Bunnymen. Y así al ratillo volvió con los autógrafos correspondientes. Y ya nos volvimos para casita, que tampoco era regalarle más tiempo. No sé si al final bajaron pero si no, ellos se lo perdieron. A mi me ha quedado un gran recuerdo de una gran experiencia.
Y mucha emoción.
(Vaya, hoy el blogger no me deja subir imágenes.... seguiré intentándolo)

2 Comments:

At 02 marzo, 2006 11:39, Blogger Mingorance dijo...

Me gustaría que hicieras las crónicas antes de los conciertos ya que hasta ahora lo que consigues es que me lamente de no haber asistido

 
At 02 marzo, 2006 11:43, Blogger pedro finch_ dijo...

Jeje, en éste te advertí, nene y eso que no me gusta ponerme pesado recomendando las cosas que me gustan.
Al próximo te llevo aunque sea tirándote de las orejas :-p

 

Publicar un comentario

<< Home