maladjusted

El bloc de un Pop Daddy, Daddy Pop

lunes, enero 29, 2007

The Fall con cierto desconcierto (21/01/2007)

Que Mark E. Smith, el cantante de The Fall, era un marciano ya lo sabía, pero ver lo que he visto en el concierto del pasado 21 de Enero no me lo esperaba para nada.

Para empezar tuvimos el dudoso gusto de ver y oir a una especie de video-dj que salió antes que ellos no sé con qué intenciones. ¿Que hace un video-dj? Pues hacer scratching con imágenes, es decir, coger un fragmento y pausarlo, avanzarlo, retrocederlo, pasarlo fotograma a fotograma mientras el sonido se distorsiona según la velocidad con que le de la gana de jugar. La cosa es que cuando empezó parecía que tenía gracia, pero después de 10 minutos ya se estaba un poco harto. Imaginense cuando la broma se estira hasta la media hora.

Después de eso salieron los músicos y empezaron a atronar. Ya para ir preparando el cuerpo vimos que la formación era un poco atípica: Chica pija con bolsito incluido al teclado, guitarrista a lo sonic youth y con pantalones de pitillo, batería a lo indie inglés y 2 bajistas, uno que parecía un hillbillie y tocaba un bajo distorsionado que hacía cosquilla en la barriga y otro al estilo Flea con un sonido de cuerdas metálicas de esas que chasquean en los oídos.

El sonido de The Fall es eso que ahora llamarían post-rock que no es otra cosa que intentar hacer las canciones de un modo distinto al convencional. Claro que si pensamos que llevan haciendo eso desde hace casi 30 años vemos que lo suyo no es una moda a la que se hayan apuntado ahora.

Sus canciones son como apisonadoras monolíticas. Una línea de bajo se repite sin cesar mientras el otro bajo atrona en lo más profundo. La guitarra se comporta más como instrumento rítmico junto con la batería y la chica teclista esboza 4 o 5 notas simulando una melodía. Pero no busquéis ni estribillo, ni estrofas, ni nada para cantar. El truco de su música es que la repetición te puede llevar a estados mentales que no sospechabas y cuando la repetición se hace entre ruidos, distorsiones y un ritmo incesante los efectos son insospechados.

Y después Mark E. Smith. Mark apareció flaco, viejo y escualido, más o menos como lo recuerdo de casi toda la vida. Ese hombre nunca ha tenido buen aspecto. Venía con chaqueta blanca y guantes. Después se tiró todo el concierto quitándoselos y volviendo a ponerselos. Su paseo hacia el microfono nos hizo dudar si realmente estaba enfermo o afectado por ingestiones de cualquier tipo. Y comenzó su espectáculo.


Mark E. Smith no canta. Él grita, parlotea, declama, narra, no para. Todo con un tono monotono, repetitivo, incansable encima del fondo sonoro creado por los músicos. Eso sí lo sabía, ya que conozco al grupo. Lo que no sabía es como se porta en el escenario.

Tras cantar un par de canciones se pasó al micro del bajista y empezó a cantar con los dos micros al mismo tiempo. Después dejó caer uno de los micros al suelo, con el salto considerable en la audiencia. Y a partir de ahí el concierto se convirtió en un ver qué iba a hacer a continuación. Subió el volumen de uno de los bajistas hasta volúmenes dolorosos, bajó el del otro y se lo volvía a bajar aunque el pobre muchacho hacía ver que no se oía nada, le quitaba el micro al bajista cuando iba a cantar sus coros, volvía a retocar los volúmenes, cantó con el micro de la teclista, tocó su teclado y todo con su peculiar flema inglesa, sin despeinarse, sin decir una palabra, sólo dejándose llevar y llevándonos con su música.

Tal efecto hacía esta música que empezaron los escarceos en las butacas del teatro para empezar a saltar y bailar. Incluso un chico rubio se lanzó a saltar justo en la tarima que está encima del foso donde se esconde la orquesta en las óperas. Creo que por razones de seguridad ese es uno de los sitios más prohibidos del teatro, sobre todo porque puede caerse si se ponen a saltar unos cuantos encima. Así que las chicas del teatro se acercaron a decirle que jopito y fuera y yo no sé si él no entendía, no hacía caso o no sabía ni lo que hacía porque seguía allí cada vez más perjudicado. 3 avisos le dieron las chicas acomodadoras como a los toreros hasta que al final tuvo que venir un fornido segurata a llevárselo bajo el abucheo general.



Raro, raro, raro. Desconcertante. De lo más raro que he visto en el Cervantes.
Pero me lo pasé de bien! :-)

Etiquetas: ,

2 Comments:

At 02 febrero, 2007 14:18, Anonymous Anónimo dijo...

Oh Manchester, so much to thank you for

 
At 05 febrero, 2007 22:16, Blogger pedro finch_ dijo...

Y además es hasta bonito y tó! :-)

 

Publicar un comentario

<< Home