Lo que el viento se llevó (tras 150 años)

150 años de historia tirados en el suelo

150 años de testigo mudo y sereno

150 años de presencia fija e inmutable

Y en un momento todo pasa.

Aún no termino de entender como ha podido pasar. Uno de esos majestuosos árboles, uno de esos gigantes que tanto ha visto, cayó al suelo arrancado por el viento y por la lluvia que no para.

Pero no puedo creérmelo.

¿Cómo 150 años pueden terminar así?

¿Qué no le ha llovido a ese árbol?

¿Qué vientos no le han azotado?

¿Qué riadas no habrán rodeado sus raíces?

Y ahora resulta que si son árboles de raices cortas, que si estaban demasiado inclinados por el peso, que si la tierra estaba reblandecida, que si.. que si...

Y 150 años apagados en un segundo.

Málaga se luce y proyecta en su calle Larios, pero era la Alameda (por cierto dónde estarán los álamos) su avenida señorial, donde pasearon lo mejor de una burguesía milagrosa venida de todas partes, que levantó una Málaga sorprendida hasta lo más alto de España.

Las aceras de la Alameda eran una alternancia de palacios, casas que alojaron reyes, artistas, escritores, nobles y nuevos ricos, pero fue en el centro del paseo, al plantar estos árboles, que la Alameda dejó de ser una calle amplia y lujosa y se transformó en algo vivo: lleno de murmullo del viento, de gritos de pájaros, de sombra refrescante y memorias de otra época.

Recuerdo que cuando pequeño las copas cubrían todo el cielo de la Alameda y pero una poda excesivamente rigurosa acabó con esa sombra continua y levantó las quejas de la gente que no querían ver como los árboles de la Alameda dejaban de ser lo que eran.

Ahora ese palio verde de nuestra Semana Santa tiene un varal menos. Y sigue lloviendo. Y las malas lenguas preconizan que puede que el metro y las obras y más obras afecten a alguno más.

El año pasado los plátanos orientales del Parque, después las palmeras, ahora este ficus...

Otro símbolo que cae. Otro recuerdo de lo que se fue.

150 años por los suelos